En la época de las vanguardias históricas (1890-1940) hubo una enorme y masiva actividad artística. Decenas de manifiestos y movimiento, rápidas sucesiones de estilos, cientos de artistas en todas las disciplinas, rupturas creativas de todo orden. Desde 1920 hay una verdadera revolución en la práctica de la danza. Ya he mencionado los Congresos de Danza de Magdeburgo (1927), Esen (1928) y Munich (1930) y la actividad en torno a ellos. Algo similar ocurre en Estados Unidos, donde, entre 1928 y 1938, decenas de grupos formaron la Liga de la Danza para Trabajadores, de orientación marxista, y que también reunió a cientos de bailarines, talleres, eventos de danza en industrias y barrios obreros, e incluso varias revistas dedicadas a la danza que se mantuvieron por casi una década. En la Rusia bolchevique, entre 1917 y 1929, hay también una gran revuelta cultural en la que el Movimiento para la Cultura Proletaria, Dirigido por Alexander Bogdánov, tiene un papel central. Mucho del teatro (Meyerhold, Stanislavski), de la plástica (Malevich, Kandinski), del cine (Vertov, Einsenstein) del siglo XX tuvo su origen en ese marco revolucionario.
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