La niña llama a su padre:
"Tatá, dadá".
La niña llama a su madre:
"Tatá, dadá". Al ver las sopas,
la niña dijo: "Tatá, dadá".
Igual al ir en tren,
cuando vio la verde montaña
y el fino mar. "Todo lo confunde",
dijo su madre. Y era verdad.
Porque cuando yo la oía decir:
"Tatá, dadá", veía la bola del mundo rodar
rodar, el mundo todo una bola,
y en ella papá,
mamá, el mar, las montañas,
todo hecho una bola confusa;
el mundo: "Tatá, dadá".
Pedro Salinas
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